Ha vuelto a ocurrir, con apenas horas de diferencia, ETA, ha vuelto a atentar. Esta vez asesinando a dos guardias civiles.
Entre la más absoluta de las repulsas, en medio de los más viscerales sentimientos, esos que a todos nos invaden cuando leemos noticias como ésta, no hago otra cosa que pensar en ellos, en los guardias civiles y demás víctimas de ETA.
Pienso en los que murieron ayer, en los que han muerto y que no recordamos, pienso en sus compañeros los que han de salir hoy a cumplir su trabajo.
Pienso que son ellos y no nosotros los que están en el punto de mira, son ellos los que les buscan y los que les atrapan. Pienso en sus vidas de contíno sacrificio, en la cara de congoja de sus hijos, esposos, esposas y madres cada vez que salen fuera, cada vez que tardan un poco más de la cuenta en llegar a casa. En vidas tan distintas a la mía.
Pienso en que pensarán cuando tengan delante a esos del coche blindado con traje caro, esos que con sus caras bronceadas y compungidas repiten las mismas palabras, en ocasiones llenas de retruécanos para decir sin decir demasiado.
Pienso que pensarán, ellos que han sufrido en sus carnes las decisiones de ahora toca mano dura, ahora negociación y ahora de nuevo mano de hierro.
Pienso que debe ser tremendamente difícil aguantar y obedecer órdenes.
Me pregunto si retumbarán en sus cabezas las palabras que hasta hace dos días pronunciaba, engolando la voz el que denominaba a Otegui hombre de paz.
Y llegado a este punto me pregunto cómo no se le cae a más de uno la cara al suelo de vergüenza.
Ojalá, ya de una vez por todas, no nos apartemos de este camino de unidad, de fortaleza, del discurso de con las armas no, del será a nuestro modo, del nunca ganareis, del no hasta que entregueis las armas, del nunca un respiro hasta que no os rindais. Del somos muchos más y vamos a vencer.
Entre la más absoluta de las repulsas, en medio de los más viscerales sentimientos, esos que a todos nos invaden cuando leemos noticias como ésta, no hago otra cosa que pensar en ellos, en los guardias civiles y demás víctimas de ETA.
Pienso en los que murieron ayer, en los que han muerto y que no recordamos, pienso en sus compañeros los que han de salir hoy a cumplir su trabajo.
Pienso que son ellos y no nosotros los que están en el punto de mira, son ellos los que les buscan y los que les atrapan. Pienso en sus vidas de contíno sacrificio, en la cara de congoja de sus hijos, esposos, esposas y madres cada vez que salen fuera, cada vez que tardan un poco más de la cuenta en llegar a casa. En vidas tan distintas a la mía.
Pienso en que pensarán cuando tengan delante a esos del coche blindado con traje caro, esos que con sus caras bronceadas y compungidas repiten las mismas palabras, en ocasiones llenas de retruécanos para decir sin decir demasiado.
Pienso que pensarán, ellos que han sufrido en sus carnes las decisiones de ahora toca mano dura, ahora negociación y ahora de nuevo mano de hierro.
Pienso que debe ser tremendamente difícil aguantar y obedecer órdenes.
Me pregunto si retumbarán en sus cabezas las palabras que hasta hace dos días pronunciaba, engolando la voz el que denominaba a Otegui hombre de paz.
Y llegado a este punto me pregunto cómo no se le cae a más de uno la cara al suelo de vergüenza.
Ojalá, ya de una vez por todas, no nos apartemos de este camino de unidad, de fortaleza, del discurso de con las armas no, del será a nuestro modo, del nunca ganareis, del no hasta que entregueis las armas, del nunca un respiro hasta que no os rindais. Del somos muchos más y vamos a vencer.
Y poco más se puede decir.
1 comentario:
Pues estoy contigo. Don Alfredo ha propuesto una red de apoyo social a la Guardia Civil a la que me sumo.
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